El MIDI (Musical Instrument Digital Interface) se creó en 1982 (ahí es nada) para poner “de acuerdo” a todos los fabricantes de instrumentos electrónicos en que utilizasen el mismo código, consiguiendo así, por poner un ejemplo, que aquello que se tocase con una guitarra eléctrica Fender pudiera después escucharse en un ordenador y mezclarse con la música que se había sacado de un sintetizador Moog.
¡No es poco lo que consiguieron! 35 años después no logramos que los fabricantes de teléfonos móviles se pongan de acuerdo en usar el mismo cargador…
Pero esto nos queda muy lejos de nuestra realidad MIDI ¿Qué es lo que entendemos por MIDI en el entorno de la música coral? Pues ese infierno de pitidos ascendentes y descendentes que nos van reproduciendo la melodía mientras nos esforzamos por encajar la letra que vemos en la partitura.
Ojalá todas las melodías fueran tan fáciles de reconocer y reproducir desde un MIDI como lo era la del famoso Tetris que nos invadió en los 80, aquello sí que podía tararearse sin más, pero… cuando me enfrento a aprenderme una Antífona de Schubert por ese método, eso… ya es otra historia.
Se entiende la comodidad de obtener estos materiales: en el ordenador, no es complicado escribir una partitura con programas de edición musical, que posteriormente reproducen cómo ha de sonar eso que has escrito, volcándolo al dichoso formato MIDI; aunque la comodidad para el cantante amateur, sigue siendo escasa.
Entonces, decidimos inventar la voz sintetizada, con el ánimo de poner la letra cantada en lo que antes sólo eran chiflidos. ¡Toda una mejora! Si no fuera porque ahora paso las horas acompañado por un robot que dulcemente intenta cantarme la voz de contralto de mi Antífona. Pobre Schubert. Programas como Virtual Singer consiguen acercarnos un poco más a lo que podría ser una imitación “aceptable” de la voz humana; eso sí, más me vale tener cerca la partitura porque su pronunciación… Aún está lejos de alcanzar a la de la señorita que me habla desde dentro del GPS.
¿Debemos pensar en seguir desarrollando software que imite a la voz humana o simplemente ver la voz sintetizada como un instrumento independiente? A nadie se le ocurre hoy pensar en que la guitarra eléctrica pueda sustituir a la clásica: cada una tiene su espacio, por eso quizá sea mejor que sigamos dejando esas voces enlatadas para las intros de dibujos animados japoneses y nuestros coralistas imiten voces reales, que de verdad les aporten un buen modelo vocal. Si, como a mí, esta idea te convence más, búscanos en Singerhood. Allí encontrarás personas, no máquinas.